

Paranoia, alienación y locura son tres palabras que definen de alguna manera el cine de este personalísimo director norteamericano. La desesperación de un hombre por recuperar a su hija perdida es el motor que Kerrigan enciende para desarrollar una historia cargada de atmósferas enrarecidas, tensión angustiante y la sensación de que cualquier cosa puede pasar de un momento a otro.
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